En estos días de adaptación a la situación inesperada que nos ha tocado vivir me ha dado tiempo a revisar las cosas que estaban guardadas en la carpeta de “tareas pendientes”. Al abrirla han salido numerosos apuntes de cursos, libros, ponencias o conversaciones que, en su momento, me llamaron la atención. Entre ellas, una frase de Benjamin Franklin, “si verdaderamente amas la vida no malgastes tu tiempo, porque éste es el material del que la vida está hecha”.
Al leerla, me detuve a pensar y me asaltó una pregunta ¿de qué está hecha la vida?. Las respuestas, de lo mas variopintas, empezaron a amontonarse en mi cabeza a una velocidad de vértigo; está hecha de emociones, de recuerdos, de abrazos, de copas de vino, de retos, de aprendizajes, de…. ¡claro! La vida está hecho de todo aquello que sucede, a lo largo del tiempo.
Mis pensamientos se detuvieron en otra parte de la frase, “no malgastes tu tiempo” surgiendo otra pregunta que siguió de otro atropello de reflexiones asociadas y que me llevaron a plantearme otros puntos de vista, nuevos paradigmas con los que ampliar el prisma de análisis . ¿Cómo podemos saber si malgastamos el tiempo?.
Las personas que hemos desempeñado nuestra carrera profesional en el mundo de la formación, la investigación o acompañando procesos de crecimiento individual o grupal, conocemos y aplicamos diferentes técnicas y métodos encaminados a trabajar con objetivos. Utilizamos ideas fuerza que posibiliten a las personas o los equipos que definan dónde quieren ir, cuál es su meta, qué tiene que pasar para saber que lo han logrado, qué opciones tienen y cuál es el plan de acción. Nos adentramos en la dualidad del “Grow” como método y como metáfora para sacar la mejor versión que cada cuál lleva dentro. El objetivo de los objetivos es que no malgasten el tiempo y vivan la vida que desean vivir.
Encomiable labor la nuestra ¡sin duda! Sobre todo si tenemos en cuenta la dificultad que entraña, en muchos casos, definir bien dónde queremos ir.
Este es un buen momento para detenerse, para mirarse y mirar, sin prisas, con nuevos ojos, para darnos cuenta de lo que no nos damos cuenta. Es un gran momento para plantearnos nuestro entorno, nuestra ecología, nuestro estilo de vida y la congruencia entre palabras, deseos y comportamientos.
Este es un momento perfecto para valorar, honestamente, si mis objetivos entran dentro de lo que socialmente está determinado como tener éxito o reconocimiento o si verdaderamente son decisiones personales conscientes que responden a un estilo de vida que decido llevar.
A veces caemos en la paradoja perversa de no dedicarnos tiempo a nosotras porque necesitamos tiempo para hacer todo lo que tenemos que hacer. Son tantas las ofertas en cursos, seminarios, libros o charlas, que no podemos perdernos nada por temor a desconectarnos de las tendencias y contenidos de actualidad. Queremos estirar el tiempo para tener tiempo… ¿para qué?.
La única manera que tenemos de saber si malgastamos el tiempo es detenernos a escuchar, ver y sentir nuestra cotidianidad. Es respirar profundamente y no vivir en la urgencia ni en la inmediatez, es dedicarnos tiempo para decidir que voy a hacer con él.
Hoy es el mejor día para llegar a tiempo, en nuestras manos está.
Por Teresa Isabel Nuevo España