En este océano de emociones por el que navegamos, a veces parece que no haya final. Nos ponemos a escarbar en nuestras Sombras, y se nos olvida regresar al otro lado del muro.
No todo es Sombra, de verdad. Hay tanta luz en nosotras/os, tanta luz!

Dentro de la verdad de dejarnos y permitirnos ser, percibo y siento mucha reactividad en este momento ahí fuera, y esto también me ha hecho reflexionar y observar mi propia reactividad, para ir sacándola de mi cuerpo y limpiar mi lado de la cerca.

No somos trozos de corcho y ser reactivo es válido siempre y cuando puedas traerlo sobre la mesa de manera madura, donde puedas sostener tus emociones y no que ellas te arrastren a ti o a la persona que tienes en frente.

Hay personas cuyo sistema de navegación es la reactividad. Da igual lo que digas, cómo lo digas, o que trates de tender un puente, para que tus palabras no les hagan sentir abandonados porque tal vez, es un lenguaje que aún no comprenden: van a reaccionar.

Rompiendo patrones, finales distintos. Mi único maestro, es mi cuerpo. El cuerpo recuerda lo que la mente olvida. Y ahí entramos en temas escabrosos como la biología del trauma, es un tema que me apasiona. Ayer acompañé a una mujer en una de las sesiones más emotivas que recuerdo.

Se sentía totalmente avergonzada y culpable porque no le encontraba sentido a la profunda tristeza, desesperación y miedo que estaba sintiendo por la situación que estaba viviendo con su pareja. Sentía vergüenza por sentirse abatida, triste y desesperada. Todo el dolor inconsciente de su infancia había venido a su encuentro en la superficie como cientos de trozos de plástico flotando en el océano.

Lloraba sin consuelo, sin apenas poder respirar y la huella psíquica y energética que estaban activadas eran de muchísima intensidad. Lo que estaba experimentando era estrés postraumático por una herida de abandono, de una manera muy intensa e incapacitante.

Muchas veces no podemos comprender racionalmente lo que estamos sintiendo. No lo asociamos con ninguna imagen o recuerdo, pero nuestro cuerpo está claramente respondiendo a algo.  Muchos traumas de abandono y rechazo se producen en nuestra infancia temprana cuando se están creando nuestros vínculos de apego. Nuestro cerebro aún no está equipado para registrar todas nuestras experiencias, el hipocampo: la parte del cerebro asociada con la creación, organización y almacenamiento de imágenes no ha desarrollado aún completamente sus conexiones con el córtex pre-frontal: la parte del cerebro que nos ayuda a interpretar nuestras experiencias. Esto no sucede hasta un poquito después de los 2 años, por esto el trauma por una separación temprana o cualquier circunstancia que hayamos interpretado como abandono, queda registrado como fragmentos de sensaciones físicas, imágenes y emociones más que memorias claras que poder unir como una historia.

El abandono es la herida que más perdura. Es un estado emocional que nos hace sentir y que se está despertando más que nunca dentro de esta nueva normalidad en la que estamos todavía, aprendiendo a vivir, y lo que nos queda.

Es un estado emocional que nos hace sentir indeseados, rechazados, inseguros y dejados de lado, sensaciones que activan los centros de dolor físico en el cerebro, dejando profundas marcas emocionales convirtiéndose en creencias que alimentan la raíz de nuestra baja autoestima, y así terminamos en relaciones en las que se nos trata de una manera que coincide con nuestras creencias sobre nosotras/os mismas/os (sesgo de confirmación): Son un match a nuestra energía psíquica.
Nos hemos desplazado tanto hacia la cabeza que nos hemos desconectado de lo que pasa por debajo de ella. Tenemos tanto miedo de sentir porque no podemos entender lo que sentimos, ni controlarlo. Nos aterra todo lo que no podemos controlar. Mira, no tienes que entender lo que sientes para que sea válido. Lo que sientes, sea lo que sea, es válido, independientemente de que lo puedas comprender o no. Sin duda da mucha tranquilidad tener un contexto, pero no siempre lo vas a tener, no siempre tu cabeza te va a ayudar a poder asociarlo y así seguir perpetuando tu falso sentido de control; vas a tener que empezar a confiar en ti, en tu cuerpo, en sus señales, le parezcan coherentes o no a tu pequeña mente de mono y entregarte a sentir.
Los traumas no los cura el tiempo. Los traumas los cura el Amor.
Los traumas se reparan con un amoroso afrontamiento, y esto implica trabajar con tu cuerpo y tu sistema nervioso, para poder poco a poco desensibilizarlo y que pueda reorganizar esas memorias y darle salida a aquello que no pudiste expresar.
Cuando se active esta profunda herida, recuerda, que nunca podemos abandonarnos a nosotras/os mismas/os y que ese es un lugar seguro para empezar. Que el abandono se sana habitándose, y habitarse, empieza por validar tú, tus propias emociones y abrazarlas como mensajeros sagrados que vienen a contarte una historia más antigua que el tiempo. Por favor, no te avergüences por lo que sientes, no tengas miedo de tu tristeza, de tu apatía, de tu desolación. Cuando lo haces, te estás abandonando, haciendo más profunda la herida de la que ellas te quieren rescatar ♥️

Sospecho….
Sospecho de los que no dejan asomar su temerosa vergüenza y vulnerabilidad.
Sospecho de los que no lloran, no duelen y se esconden tras sonrisas que parecen bonitas, pero son huecas.
Sospecho porque no es real.
Cuanto más aterrizo en mi cuerpo, más tierna y sensible sé que soy.
Cuanto más me siento, más profunda es mi empatía y mi compasión y más fuerte se vuelve mi intuición.
Mi espacio es poderoso porque sigo la corriente de tu ser a través de la escucha en mi cuerpo y esto es solo porque me permito ser extremadamente sensible y estar abierta a lo sutil.
Nuestra conexión directa con la Verdad depende de nuestra sensibilidad a la vida, a nuestra humanidad.

Empiezo a reconocer lo ridículamente humana que soy y mi enfermedad, más que nunca ha venido a mostrármelo.  Encuentro lugares de mi misma que no puedo entender, partes de mí completamente locas y otras sobrenaturales.

Todas somos un arco iris complejo de colores paradójicos: Inseguras, críticas, fuertes, desordenadas, irracionales, inocentes, severas y dulces.

Cualquier ideología espiritual que te diga que sanar significa volverse impenetrable, «trascender el ego» y volverte completamente segura de ti misma, está promoviendo una fantasía, falsa luz vacía de humanidad. Paz y amor. ¿Y qué hay de los otros colores?

La rigidez es tan pesada y tan falsa como inútil para llevarnos hacia donde vamos.
Me prometo a mi misma seguir siendo maravillosamente humana, tierna y sensible, y así escuchar mejor el latido de mi corazón.

Me doy permiso para sentir lo que sea que estoy sintiendo. Estoy destinada a sentir una gama completa de emociones. Cuanto más profundo sentimos, más profundamente conocemos la Verdad.

Esa Verdad es un descenso. Y el femenino es un portal de conocimiento directo de esa Verdad. Es la Verdad de la experiencia directa en tu cuerpo.

Esta verdad es más profunda que cualquier percepción de la mente. De cualquiera de sus análisis u opiniones subjetivas cambiantes.
Es la Verdad de lo que Es. Es la visión que ve más allá del velo. Un poder orgánico que se ha perdido y considerado loco.

Este tipo de verdad a menudo no se ve al ojo humano. Es el poder de ver a través del sentir que se ha reprimido, silenciado y trivializado por aquellos que se benefician de ignorarlo.

Es el tipo de verdad que puede arrasar y destruir sistemas tóxicos y colapsar estructuras viejas.
Es el tipo de Verdad que discrimina lo verdadero de lo falso. Es la visión que atraviesa hasta la raíz de la mentira y que conduce al conocimiento.

La Verdad que desentraña la injusticia, la distorsión, la sombra y el abuso. La verdad que inicia revoluciones y despertares.

Una vez la encuentras, nunca más te alejarás de ella. Escarba, llega a tu ser auténtico, a tu verdadera pasión y abrázala. ➖ MAS➕
Siempre buscas MÁS.

Más de lo que te funciona
Más de lo que te gusta.
Más de lo que te chifla.
Más de lo que te hace vibrar.
Más de lo que te pone.
Más de lo que te enamora.
Más de lo que te sienta bien.
Más de lo que te aporta paz.
Más de lo que te da seguridad.
Más de lo que te hace feliz.

MÁS, … ¿cuál es el MÁS que estás buscando?

Más espacio, más orden, más dinero, más tiempo, más consciencia, más energía, más calma, más foco, más flow, más claridad, más belleza, más funcionalidad, más armonía, más simplicidad, más bienestar…Permite que lo bonito suceda. La verdad de dejarte ser, menos de todo y más de ti…

Paloma López Coaching – Motivando Mentes